Betty Friedan “La mística de la feminidad”


DE LA MÍSTICA DE LA FEMINIDAD AL MITO DE LABELLEZA

Laura BRANCIFORTE Rocío ORSI Universidad Carlos III (Madrid)


Con este breve escrito queremos subrayar la importancia que tuvo y sigue teniendo la figura de Betty Friedan, una mujer que, a pesar de ser norteamericana, con su vida y su principal obra, inspiró y contribuyó a desatar la segunda ola del feminismo en todo el mundo occidental. Su obra más conocida, “La mística de la feminidad”, fue publicada en Estados Unidos en 1963 y ganó el premio Pulitzer en 1964. A menudo se compara, por su fuerza y capacidad de penetración, con “El segundo sexo”, la obra de la otra gran feminista de la llamada segunda ola, la pensadora existencialista Simone de Beauvoir. Ambas obras pertenecen a momentos y ámbitos diferentes, pero han marcado de forma igualmente indeleble el feminismo occidental. Betty Friedan, que desapareció el pasado 4 de febrero del 2006 con 85 años, es recordada como una feminista activa y militante durante los años sesenta y setenta y, en general, durante toda su vida; como una mujer fuerte y carismática que hasta hace bien poco, en su autobiografía de 1999 y casi octogenaria, decía entirse todavía "en plena forma".

Además de su revolucionario ensayo, a Betty Friedan se le debe la fundación de al menos cuatro grandes organizaciones de mujeres, de las cuales la más conocida fue la pionera NOW. Fundada en 1966, la NOW (National Organization for Women) fue la sede desde la que se orquestó una revolución cuyo alcance ni siquiera sus propias protagonistas podían sospechar: "sigo sin poder acabar de creerme que nosotras, mujeres normales y corrientes, iniciáramos una revolución que trasformó la sociedad". Desde esta organización, y en el marco de un feminismo igualitario, Friedan reivindicaba la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en todos los ámbitos pero, muy especialmente, reivindicaba el derecho de las mujeres al trabajo: a un trabajo de verdad y no a empleos provisionales que entretuvieran a las jóvenes hasta que llegara el momento de casarse. Así lo recuerda en el primer borrador de la Declaración de Principios de NOW: "ha llegado el momento de enfrentarse, con acciones concretas, a las condiciones que ahora impiden a las mujeres disfrutar de la igualdad de oportunidades y de la libertad de elección a las que tienen derecho, como norteamericanas y como seres humanos" (Friedan, 2003: 236).

 

NOW nacía en un momento en que lo que estaba en juego era uno de los logros fundamentales en la lucha por la igualdad: el Título VII de la Ley de Derechos Civiles, proclamado en 1964 y que prohibía la discriminación en el trabajo por razón de raza y de sexo. Este movimiento feminista coincidía con el despertar de una amplia explosión de movimientos libertarios: con la reivindicación de los derechos civiles de los negros, con las protestas estudiantiles y con las organizaciones pacifistas que emergieron contra la guerra de Vietnam.

Pero, sin lugar a dudas, lo que realmente "cambió la vida" de tantas mujeres fue “La mística de la feminidad”, una obra que continúa la tradición del feminismo liberal occidental que se remonta al pensamiento de Mary Wollstonecraft y de John Stuart Mili, y cuyo objetivo principal fue la extensión de los principios ilustrados a las mujeres, es decir, la reivindicación de su igualdad jurídica con los hombres. El feminismo liberal es también un movimiento ilustrado que aparece como reacción a prácticamente toda la tradición filosófica que, desde Aristóteles hasta la modernidad y, paradójicamente, de manera muy especial con la aparición de los movimientos igualitarios de la Ilustración, sancionó la inferioridad (natural o normativa) de las mujeres respecto de los hombres y su necesaria exclusión de la vida política. Con su pensamiento Friedan logra recortar una distancia temporal de ciento cincuenta años desde que en 1792 le público la Reivindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft, y una distancia geográfica entre dos continentes. En esta línea, Friedan llama la atención sobre la estrecha conexión entre lo público y lo privado, niega la especificidad de la naturaleza femenina y subraya la igual capacidad de mujeres y hombres. No es que aporte ideas significativamente diferentes de aquellas que ya aportaron las primeras feministas: su defensa de la ciudadanía y la igualdad es virtualmente la misma.

Así, en el contexto ya legalmente paritario de los Estados Unidos en los años 60 y 70, una paridad que se obtuvo tras las acciones de las sufragistas (especialmente Susan Anthony, Elisabeth Stanton y Lucy Stone), Friedan reafirma la necesidad de una educación para las mujeres que les ofrezca la posibilidad de realizar sus plenas potencialidades fuera de la esfera doméstica. Denuncia, pues, la desigualdad no tanto legal sino factual de oportunidades entre hombres y mujeres, la disyunción entre la supuesta objetividad institucional o la igualdad formal de derechos y los prejuicios que de hecho funcionaban en toda la sociedad y la consiguiente desigualdad real de género. La diferencia, pues, estriba en que Friedan percibe cómo el imaginario social socava los logros de una organización civil paritaria y se preocupa por individuar cuáles son esos elementos del imaginario orientados a conservar la imagen tradicional de las mujeres. 

Fuente: De la mística de la feminidad al mito de la belleza


LA MÍSTICA DE LA FEMINIDAD de Betty Friedan

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