Simone de Beauvoir


 

Simone de Beauvoir  

Filósofa existencialista y feminista

Formada como filósofa en la universidad de La Sorbona de París, De Beauvoir se incluye entre los grandes pensadores existencialistas del siglo XX.

La escritora francesa publicó en 1949 un libro que todavía hoy es una obra referente dentro del movimiento feminista. 

“Este mundo ha pertenecido siempre a los hombres”. Publicado por primera vez bajo el sello de la editorial francesa Gallimard en 1949, así empezaba El segundo sexo, obra esencial de la filósofa existencialista Simone de Beauvoir que contiene en sus casi mil páginas todo lo que significó la tercera ola del feminismo que estalló con determinación durante la segunda mitad del siglo XX. 

Como en la mayoría de seres humanos, en el relato de la vida de Simone de Beauvoir reinan las contradicciones. Nacida el 9 de enero de 1908, su familia pertenecía a la clase pudiente parisina aunque su situación económica era mala debido a las malas inversiones de su padre. A pesar de estas dificultades, Simone y su hermana recibieron una educación elitista y católica, doctrina que una joven De Beauvoir de 15 años rechazó con convencimiento. 

El fuerte determinismo de su pensamiento liberal y de izquierdas la alejó de su familia, especialmente de su madre y del círculo de amigos al que supuestamente pertenecía. Pronto consiguió emanciparse y empezó estudios de filosofía y letras en la Universidad de París, la Sorbona. Desde su etapa de estudiante de instituto, Simone de Beauvoir destacó por su brillantez, una línea que mantuvo durante sus estudios superiores y que le permitió convertirse en profesora. 

Su primer destino como docente fue Marsella pero, a pesar de que suponía su realización profesional, había un inconveniente. En La Sorbona había conocido a Jean Paul Sartre, con quien había establecido una relación amorosa, y el traslado suponía un duro alejamiento físico. Sin embargo, los principios de libertad y tolerancia sobre los que cimentaron su relación permitieron que ésta durase hasta la muerte de Sartre en 1980. 

Después de Marsella vino Ruán y, a continuación, su periplo como profesora la condujo de nuevo a París, donde siguió trabajando hasta la segunda guerra mundial (1939-1945). En 1943, un escándalo sexual que vinculaba a la filósofa con una alumna suya precipitó el fin de su carrera docente, aunque no el de su relación sentimental, pues las aventuras de Sartre y de De Beauvoir fueron consentidas por ambos a lo largo de toda su vida en común. Dos de las más importantes para ella fueron la que mantuvo durante varios años con el escritor estadounidense Nelson Algren y con el director de cine Claude Lanzmann, quien la acompañaría hasta su último aliento.

 La siguiente etapa vital de Simone de Beauvoir estuvo marcada por su éxito como escritora y por la militancia política motivada por la deriva de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias. En 1943 publicó su segunda obra titulada La invitada, que se convirtió en un gran éxito editorial y la animó a dedicarse a la escritura a tiempo completo.

Durante la contienda participó en programas de la radio libre de Vichy, y en 1945 fundó junto a Sartre y Merleau-Ponty la revista política Les Temps Modernes (Tiempos modernos), en alusión a la obra de Charles Chaplin. En sus ensayos se reafirma como una ferviente defensora del pensamiento marxista y existencialista, y del ateísmo como única visión del mundo espiritual. 

Plenamente dedicada a su faceta de escritora y pensadora, emprendió una serie de viajes junto a Jean Paul Sartre que la llevarán a conocer a grandes personalidades del siglo XX vinculadas al comunismo como Fidel Castro y el Che Guevara en Cuba o Mao Zedong en China. Este periplo se alargaría hasta la década de 1960. 

Con tres novelas y varios ensayos recibidos con éxito por el público y la crítica, en 1949 ve la luz una de sus obras cumbre: El segundo sexo. Publicado hace más de 70 años, las ideas que reivindica el texto siguen siendo hoy en día de plena actualidad. “No se nace mujer, se llega a serlo”, afirma De Beauvoir en el que se convirtió en libro de cabecera del feminismo. En él la autora explica que el sistema ha creado una construcción social de la idea de mujer basada en la biología, cuyos principios y diferencia entre sexos son utilizados para justificar una supuesta debilidad femenina. 

La solución pasa por la emancipación de la mujer, con la libertad como concepto central y directamente vinculado con el existencialismo latente en toda su obra. Y, puesto que concluye que no hay diferencias entre géneros, no se trata de un enfrentamiento entre sexos, sino de una igualación, de ponerse al mismo nivel que los hombres; el punto de partida que define el movimiento feminista que ella misma revitalizó y revolucionó. 

De Beauvoir, en línea con sus principios, no podía entender la literatura sin compromiso político. Además de en El segundo sexo, así como en la mayoría de sus escritos, es algo que se hace evidente en la novela Los mandarines (1954), por la que recibió el Premio Goncourt, y que trata sobre como los intelectuales toman partido en la nueva realidad de pos guerra. 

Durante su activismo político, se posicionó en contra del dominio colonial francés en Argelia, de la guerra de Vietnam y participó de manera activa en las protestas del Mayo del 68. En sus ensayos posteriores se puede identificar otro tema central y que de nuevo lleva implícito una fuerte relación con la filosofía existencialista como fue el acercamiento a la muerte mediante profundos análisis (e incluso apologías) de la vejez. Son ejemplo de ello Una muerte muy dulce (1964), La vejez (1970) o La ceremonia del adiós (1981), este último escrito en motivo de la muerte de Sartre en 1980. 

Además de tratar temas tan polémicos para el momento como la eutanasia, Simone de Beauvoir siguió luchando de manera activa a favor del feminismo. En 1971 apareció como firmante de El Manifiesto de las 343, un documento compuesto por una lista de nombres de mujeres públicas que se habían sometido a un aborto. Mediante esta acción se pretendía reclamar el derecho al aborto, un hito que se conseguiría cuatro años después gracias a reinvindicaciones de este tipo. 

Durante los últimos años de su vida siguió escribiendo instalada en su casa de la calle Victor-Schœlcher, en París. Falleció el 14 de abril de 1986 a los 78 años y sus restos fueron enterrados en el cementerio de Montparnasse. Sabía que su muerte no iba reunirla con Sartre. “Así es.” Había afirmado, “Ya es demasiado bonito que nuestras vidas hayan podido juntarse durante tanto tiempo.” 

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